domingo, 23 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio ´Terrorifico´

PARTE I       ACTO I ESCENA III

Juan: Mi padre gastó todo el dinero en crear este panteón.. Bahh! Yo me lo hubiera gastado en cigarros, vino y compañías. Lo peor de todo, su dinero, mi herencia, gastada en este panteón que el mandó construir.. ¿Porque tantas tumbas para un único hombre?

 (Se da una tranquila vuelta alrededor de las tumbas intentando recordar las caras de los nombres que había allí escritos, de repente, se le ilumina la cara a la vez que un escalofrió le recorre todo el cuerpo.)

Juan: las tumbas pertenecen a aquellos que osaron desafiarme. Mi padre ordenó la construcción de este panteón, para golpear mi conciencia, (aunque esté intacta)

(Por el rabillo del ojo vislumbra una tumba de un color diferente, de mármol. Y alado una estatua con un rostro muy familiar, Doña Inés)

Juan: Ohm Doña Inés, te perdí hace tiempo, y desde aquí te echo de menos. ¿Donde estarás ahora, sino en el cielo?

(La estatua de Doña Inés parece oírle y le mira)

Inés: Ni en el cielo ni en el infierno. En el purgatorio aguardo tu llegada, pues mi destino está ligado al tuyo y desde el día de mi muerte llevo esperando este día, a que regresases y ponerle fin a esta espera. O al cielo o al infierno, pero ambos iremos juntos

(Juan, extrañado, había ido retrocediendo, rascándose la cabeza pensando que lo que estaba pasando era fruto de su imaginación y cuando abriese los ojos todo aquello desaparecería)

Inés: Pronto todo acabará, el destino de ambos está en tus manos. !Sálvanos¡

(Entonces, las tumbas empezaron a resquebrajarse y salió de su interior, cada hombre el cual Don Juan había matado en busca de venganza, pero no en su estado normal, sino en extrañas criaturas)

Inés: Vampiros y licántropos (como en una futura saga de películas que tendrá una ´magnifica ´historia de amor, ejem ejem) Quieren arrastrar tu alma al infierno, acaba con ellos, o será el fin.

(Don Juan luchó con sudor y lágrimas hasta acabar con todas las extrañas criaturas que salieron de las tumbas. Las heridas no le importaban, no sentía dolor. Don Juan abrazó a Doña Inés y cerró los ojos)
Cuando despertó el dolor había cesado, estaba junto a Doña Inés, que le miraba con una sonrisa enorme.


Inés: Nos has salvado, estamos en el cielo. Al fin,